Mil fieles en la catedral, Lorefice: “Que el amor sea la resurrección del mal de la guerra”

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“La fatiga de la historia de ayer y de hoy, la roca del asunto humano de hoy, todavía bloqueada en el siglo pasado con su tercera guerra mundial en pedazos debajo de nuestra casa, en Ucrania y en otros rincones de la tierra, converge y comienza de nuevo desde el sepulcro vacío, del crucifijo resucitado.
Del amor que vence todas las formas del mal.
Incluso la muerte”.
Así lo hizo el arzobispo de Palermo, monseñor Corrado Lorefice, durante la Pascua pontificia en la catedral.
Cerca de mil fieles participaron en la misa de Pascua, incluido el alcalde, Leoluca Orlando.

Lorefice habló del amor “que devuelve toda la historia humana al jardín fecundo de la nueva creación -dijo Lorefice- después de la desolación del suelo árido provocada por el orgullo humano solicitado por el gran seductor de todos los tiempos.
Del tortuoso divisor que, despojando nos de la memoria de la cruz de Cristo, del árbol de la vida, quiere someter el orden mundial y nuestra jornada humana y eclesial a la mentira del poder y la guerra fratricida, la división y la sospecha; el tentador que instiga a construir más Babel en lugar que la ‘casa común es la Tierra sobre la roca de la fraternidad universal y la amistad social, de la paz y la inclusión, de la legalidad y la justicia, del perdón y la reconciliación”.

El arzobispo, ayer por la noche, durante la vigilia pascual, bautizó a seis mujeres extranjeras preparadas por la oficina diocesana para los neocatecúmenos.
El misionero laico Biagio Conte también estuvo presente con su comunidad.
Durante la homilía, Lorefice recordó cómo esta Semana Santa está marcada por la guerra, esperando una resurrección como salida a un período oscuro.
“Recuperemos nuestra vocación original – dijo – mirando al mundo a través de las rendijas de las llagas del resucitado y la alegría y la responsabilidad de nosotros discípulos.
Interceptando en nuestra carne las llagas sangrantes actuales del mundo, sin desistir nunca uniéndose al Exultet de la Tierra, interpretando coralmente el sueño del mundo de la victoria de la luz sobre las tinieblas, donde la violencia y la guerra, las lágrimas y el luto sean abolidos para siempre”.