Panormus, en Palermo “La escuela adopta la ciudad”. Más de 50 escuelas involucradas

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El evento en la terraza de la logia de San Bartolomeo, inspirado en una vista impresionante y en el “promontorio más hermoso del mundo”

Un evento que dejó huella el que tuvo lugar en días pasados ​​en Palermo, en el Loggiato San Bartolomeo (terraza), con motivo del evento Panormus, La Scuola adopta la ciudad, XXVI Edición.
“Vivir la ciudad al ritmo de su mar” fue el lema de esta edición, que contó con la participación de alumnos de más de cincuenta escuelas (desde infantil hasta secundaria), con un propósito muy concreto: “valorizamos el patrimonio artístico de Palermo”.
En la terraza de la logia San Bartolomeo, inspirados por una vista impresionante y por el “promontorio más hermoso del mundo” (exactamente como lo llamó Johann Wolfgang von Goethe, en su famoso “Viaje a Italia”) los chicos de CPIA Nelson Mandela realizó, el Instituto Integral Maneri Ingrassia Don Milani y el Instituto de Educación Superior Gioeni Trabia en Palermo.

Palabras llenas de emoción fueron las del director de la “Gioeni-Trabia”, el ingeniero Andrea Tommaselli, destinadas a subrayar la importancia de estas iniciativas.
Sí es cierto que tales actividades hacen crecer a los niños, los hacen más maduros, responsables, conscientes del inmenso patrimonio artístico-cultural que tienen y favorecen el proceso de inclusión.
El espectáculo fue muy variado: recitales de poesía, parodias divertidas (en las que el profesor Gerlando Cutaia trabajó magistralmente), canciones pop y del repertorio clásico napolitano e incluso una canción siciliana escrita y musicalizada por el profesor Bartolomeo Cosenza, titulada “U cantu dill ‘amuri”, que contó con la participación del coro de la “Gioeni-Trabia” y de una joven y talentosa cantante de ópera (ex alumna del mismo Instituto), la soprano Fabiola Galati.

Coordinar todo desde el punto de vista técnico, con la profesionalidad que siempre lo ha distinguido, el profesor Marco Casiglia, quien también suministró los equipos.
De todas las piezas interpretadas, U cantu dill’amuri fue quizás la que más emocionó al público.
Una canción que vive y palpita en el corazón de los jóvenes estudiantes y un deseo, o casi una necesidad, por parte del autor, de rendir homenaje a Sicilia, a la sicilianidad ya la bella Palermo.
Una tierra, besada por el sol y bañada por el mar, demasiado hermosa para no ser cantada y celebrada.
Un espectáculo inolvidable, por tanto, capaz de regalar alegrías y sonrisas a los numerosos presentes.
Una tarde de belleza, de esperanza en un mundo donde reina la paz, y de amor a la vida.