Drogas en Palermo, la masacre silenciosa provocada por el crack: el “no” parte de la piazzetta Brunaccini, en Ballarò
El crack sigue matando niños. El último, en Palermo, la semana pasada: tenía poco más de dieciocho años, primero desapareció en los callejones de Ballarò y hoy entre las decenas de cristales de cocaína sin nombre hacen una masacre silenciosa e invisible. “Es una muerte más frente a instituciones que no hacen lo que están llamados a hacer”, explica Nino Rocca, un profesor jubilado que hoy dedica su vida a salvar a los demás, un referente para los últimos de los últimos en el barrio popular de la capital siciliana. Junto a otros voluntarios de Rocca, Lucrezia Brunaccini se reunió en piazzetta para recordar al niño, cuyo nombre, como el de otros, nunca se sabrá. Es un lugar frecuentado por muchos consumidores de crack.
La reunión fue promovida por el recién formado Comité Free All, que dio origen a asociaciones, trabajadores sociales, ciudadanos individuales. El objetivo es romper el silencio y hacer reflexionar sobre los muchos jóvenes desaparecidos en medio de la indiferencia general, poniendo de relieve una realidad “que interesa -dice el Comité- muchos más jóvenes de lo que se piensa, víctimas del crack, cuya la realidad dramática es poco o nada sentida en nuestra ciudad. Queremos intentar liberar a demasiados jóvenes y ya no jóvenes de la ilusión de las drogas que conduce lentamente a la muerte prematura».
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