Vuelve la “acchianata” a Palermo, devoción y tradición: promesas y esperanzas camino a Santuzza
A las 6 de la tarde ya había alguien allí. Listo para tomar hasta el santuario de la patrona de la ciudad, Santa Rosalía. Después de dos años de pandemia y muchos problemas relacionados con la viabilidad de la antigua escalera, regresa uno de los eventos más esperados de Palermo.
Cada uno con su mochila, cada uno con sus promesas, cada uno con sus ilusiones. Los rostros están felices de poder volver a hollar el camino, los ojos, que como dicen son el espejo del alma, transmiten todos los pensamientos. Es fácil distinguir entre los que vinieron por tradición y los que, en cambio, recibieron la gracia. Y por eso, ahora tiene una deuda de honor con Santuzza y lo hace hasta en las mejores tradiciones: “Lo haré sin zapatos”. Giovanna C. lo cuenta, vacilante porque estas cosas deben mantenerse confidenciales. Y de hecho no entra en detalles. Sus ojos, sin embargo, brillan y son y expresan todo el agradecimiento posible por la Intercesión de Santa Rosalía: “Recibí una gracia, tengo que agradecerteconcluye.
La edad es heterogénea. Desde los más pequeños hasta los más mayores, todos están emocionados por volver y el ambiente es el de las mejores ocasiones, amenizado por los clásicos cantados y acompañados a la guitarra por algunos chicos de la pastoral juvenil diocesana. Frente a ellos, se planta el segundo árbol de la asociación Itinerarium Rosaliae.
“Queremos potenciar el camino de Santa Rosalía -explica Susanna Gristina, presidenta de la asociación- haciéndolo un camino no solo de paz sino también de biodiversidad, como ya lo son la ciudad y el corazón de la santidad”. El primer árbol se plantó en abril a un tiro de piedra del santuario.
Hoy el segundo está plantado en presencia de alcalde roberto lagalla – Palermo es el 13º Municipio de los 15 atravesados por el camino a unir – y dearzobispo, monseñor Corrado Lorefice.
Mientras tanto, la gente sigue fluyendo y hay quienes nunca se han enfrentado a laacchianata: «Es la primera vez que voy a pie -dice Carmelo Basilisco sonriendo y con ojos alegres-, siempre he subido en bicicleta. Sin embargo, después de dos años de pandemia -concluye- quise intentarlo».
Y entre sonrisas, niños jugando entre ellos y selfies con un pequeño carrito de Papá Noel traído a la entrada, también están los adictos al trabajo, que nunca han parado: “Estamos unidos como tantos palermitanos – dicen Antonia Caltanissetta y Franco D’Amore – , estamos aquí por tradición pero nunca hemos parado, hasta la semana pasada estuvimos aquí».
Los niños corren, sus padres los persiguen, cae la tarde y es hora de irse. Bueno acchianata a todos y viva santa rosalia.
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