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PALERMO – Giovanni Falcone, Francesca Morvillo, Paolo Borsellino, Agostino Catalano, Walter Eddie Cosina, Rocco Dicillo, Vincenzo Li Muli, Emanuela Loi, Antonio Montinaro, Vito Schifani, Claudio Traina.
El expresidente del Senado Piero Grasso y Maria Falcone corean los nombres de las víctimas de las masacres mafiosas.
Palermo respondió “presente”.
Luego de que el trompetista de la policía termina de entonar el Silencio frente al árbol Falcone, debajo de la casa donde vivía el magistrado, en Palermo, comienza un largo aplauso.
Caen lágrimas espontáneas.
Mucha gente no se había visto en mucho tiempo.
Y es el mejor viático para los próximos años, ahora que han pasado treinta años desde las masacres de Capaci y vía D’Amelio.
La memoria como un árbol debe ser nutrida y cuidada.
A las 17.58, hora del estallido de los 500 kilos de TNT en la A29, de aquel 23 de mayo de 1992, la emoción es la de siempre.
Hay jóvenes y viejos, madres con niños y ancianos con dolencias, sólo físicas, propias de la época.
“Este árbol se ha convertido en un monumento nacional y un símbolo de renacimiento: nos ha permitido avanzar y llevar a la cárcel a todos los fugitivos.
Todos menos uno: Matteo Messina Denaro.
En cuanto lo tomemos, los espero a todos aquí nuevamente para regocijarnos juntos”.
Maria Falcone, hermana del juez asesinado en la masacre de Capaci, pronuncia las palabras que todos los palermitanos, sicilianos, italianos honestos, sienten en su corazón.
Esperamos que sean de buen augurio.
“La mafia se gana con cultura y cohesión -añadió- hace 30 años estábamos de rodillas y con el corazón partido, luego levantamos la cabeza y bajamos con procesiones y pancartas.
Gracias por estar aquí hoy y por haber estado desde 1992”.
Es un momento de emoción y celebración.
La fiesta de la participación.
Uno se siente parte de una comunidad en la calle llena de gente, bajo un sol todavía caliente.
El sol que en la canción de Gianni Morandi hay que llevar a los hogares.
Trae nueva luz.
La conmemoración de las masacres es también eso, un acontecimiento nacional-popular.
Una mezcla de retórica y buenos sentimientos.
Alguien levantará la nariz pero hay que tomar lo bueno, y hay mucho en los rostros de los hombres y mujeres que se han reunido frente al árbol Falcone.
Los balcones de via Notarbartolo están abiertos de par en par.
Sábanas blancas cuelgan de las rejas, como en los días en que se inició una rebelión de masas ante el horror de la masacre.
Cantas a todo pulmón con los éxitos de Morandi.
Luego, rompe las líneas.
Comienza un coro espontáneo: “Mafia fuera del estado”.