Palermo, el exfiscal Grasso vuelve al Aula Bunker con Le Vie dei Tesori

“Ideen una estrategia, día a día, para no retrasar el proceso, luchar contra los abogados defensores que, en cambio, intentaron provocar la pérdida de las penas de prisión. Comenzando con ese llamamiento diario, muy largo: 475 nombres. Nosotros ideó un método para evitar la lista. Al final, con sus 19 cadenas perpetuas, 2665 años de prisión, miles de páginas de condenas, 114 absoluciones y varios miles de millones de multas, el maxi juicio -en primera instancia, del 10 de febrero de 1986 al 16 de diciembre de 1987 – fue un juicio justo “. El ex presidente del Senado Pietro Grasso esta mañana en la sala del búnker de la prisión de Ucciardone, invitado por Vie dei Tesori, repasó aquellos meses tan difíciles, frente a muchos jóvenes, familias, que querían escuchar al juez al margen. del maxitrial. Y Pietro Grasso recuerda muy bien cada detalle, como antes que él otros magistrados y cronistas de la época, invitados por la presidenta del festival, Laura Anello, que quiso ofrecer su testimonio en esta última cita del festival que en dos meses había terminado. doscientos mil visitantes.
“Il Giornale L’Ora publicó la cantidad de muertos todos los días, había carros blindados en las calles: en este clima comenzó el maxiproceso, que considero una forma de liberación de una pesadilla. Recuerdo esos minutos imborrablemente: el juez leyó el fórmula compromiso del jurado popular y entendimos que había llegado el momento -recuerda Grasso- Cada uno de los jurados populares y los jueces de toga tenían dos suplentes, en caso de que lo mataran: de lo contrario, el proceso tendría que empezar de nuevo. El día anterior el presidente Alfonso Giordano compró el crucifijo que todavía ves detrás de mí en una tienda de antigüedades: está allí desde entonces”. Todavía. “Cuando entró en la sala Buscetta, el primer arrepentido de la mafia, se hizo el silencio, era una figura carismática y se podía sentir su poder. En la jaula frente a los jueces estaba Luciano Liggio con su puro apagado entre los labios, él quería tener el aire del jefe pero eso ya no contaba. En la jaula número 23, entró Michele Greco, el Papa: cuando apareció, el juicio tomó otro ritmo…”.

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