El patrón de La Noce lo controlaba todo: desde las casas hasta los estacionamientos de pago

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PALERMO – En el barrio del Noce, no se movía una hoja sin que él lo supiera.
Se describe como un hombre con mil conexiones.
A lo largo de los años, según la orden del juez de instrucción Alfredo Montalto, que condujo a la operación “Todo Mandamento”, están documentados sus contactos con hombres de honor del calibre de Fabio Chiovaro, Pietro Tumminia, Salvatore Alfano y Piero Di Napoli, así como la que, obviamente, con Giampiero Giordano y con la mencionada Seidita.
Por este último, pues, Ficarra es considerado una especie de hombre de confianza, casi como Giordano.

¿Un ladrón solitario y sin escrúpulos en su barrio? “Ahora le mando dos picciotti”

En julio de 2019, Ficarra fue informada de que durante la noche se había producido un robo en una vivienda de la zona.
El autor del robo, ciertamente no un profesional pero que se describe como decidido y sin escrúpulos, se lesionó la mano mientras robaba y perdió sangre en el lugar del robo, tanto que la policía forense habría recogido todas las pruebas.
Y hubiera sido lo mismo, aquel ladrón, que unos años antes fue detenido por un cruel robo a una anciana: “…
la estaba ahogando para robarle la fe”.
En ese momento Ficarra toma cartas en el asunto y dice: “Tengo que entender quién es este, lo quiero ver, lo quiero ver hasta donde lo haga.
Vamos a buscarlo, le mando dos picciotti y lo hago ir a buscarlo, o puedes ir a buscarlo también, porque una vez no le dices nada…”.
En resumen, los barrios de Palermo se revelan una vez más en manos de la Cosa Nostra, que impone dinero de protección y pretende controlarlo todo, desde los negocios legítimos hasta los ilegales.
En definitiva, no era posible que algún delincuente delinquentelli fuera, en sus palabras, “a muzzu”.
Tenían que saber dónde ser ladrones y dónde mostrar respeto.

Casas ocupadas en La Noce con la aprobación de la Cosa Nostra …
a menos que los propietarios fueran amigos o presos

Habría tenido una autoridad reconocida en este mundo grisáceo que rodea a los miembros de la Honorable Sociedad de Palermo.
Ficarra, en la práctica, para los investigadores estaba en ello con todos los zapatos.
Y le reconocieron con poder sobre cuestiones delictivas aparentemente menos graves.
En agosto de hace tres años, por ejemplo, dos palermitanos fueron a visitarlo y le pidieron permiso para ocupar una casa vacía.
Allí no vivía nadie y con el paso de los tiempos, con la emergencia habitacional y la miseria rampante, lamentablemente las ocupaciones abusivas de inmuebles se han convertido en una triste dinámica generalizada.
Pero la mafia tiene sus propias reglas.
Y enseguida el jefe pregunta por los detalles, quiere saber todo sobre este apartamento cerca de la Catedral, porque seguro, para construirlo, “alguien se lo ha quedado”.
“Infórmense bien -cortó con sus interlocutores- y si es de presos, “levaci manu”.
Y si eso es lo que digo, da igual”.

Actividades lícitas y competencia.
Las reglas del patrón: sí a la venta de un parking, no a otro lavadero

Antes de comprar una plaza de aparcamiento en el barrio, el futuro comprador pide autorización al patrón Ficarra.
Es octubre de 2019.
Ya había hecho un trato con el vendedor, pero sin el permiso del clan, evidentemente, no debemos movernos.
Entonces le cuenta todo al jefe, quien primero trata de entender quién era el vendedor.
Actúa como si fuera una oficina administrativa la que tiene que autorizar una práctica.
La burocracia de la Cosa Nostra, sin embargo, es más rápida.
Ficarra no se siente en el deber de convocar una conferencia de servicios, y ni siquiera es necesario escuchar la opinión del vendedor, que evidentemente ya se ha puesto de acuerdo, porque “si quiere retirarlo”.
Todo está bien para el estacionamiento, pero con una condición: “Pero para el lavado, déjalo solo, facemuci buscari u pani macari avutri”.
En definitiva, decide quién debe trabajar y cómo, en su barrio.
En resumen, nadie podría pensar que no tuvo cuidado de no alterar el equilibrio.

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