El jefe, las tarjetas electorales, el negocio: lo que investiga la Fiscalía

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Los antecedentes de la investigación que llevó a prisión a Gaetano Sansone y al candidato Piero Polizzi

PALERMO – Alguien susurra que las elecciones administrativas en Palermo fueron una prueba.
Agostino Sansone habría patrocinado, según la acusación, a Piero Polizzi.
Estaba midiendo la fiabilidad de sus contactos.
El siguiente paso hubiera sido la identificación del caballo sobre el cual enfocar los regionales.
El bombardeo de la Dirección Distrital Antimafia detuvo todo.

En la villa de Sansone, en via Bernini en Palermo, los policías de la brigada móvil encontraron la cara sonriente del candidato.
Otro sello, además de las escuchas telefónicas, del acuerdo electoral.

La urgente necesidad de intervenir para no influir en la votación, como escribe el juez de instrucción, Alfredo Montalto, ha provocado que se salte la verificación solicitada por Sansón.
No sabrá, ni sabremos nosotros, si realmente fue capaz de hacer elegir a su candidato.

Era hora de volver a ponerse de pie, así lo dijeron Samson y su colaborador Manlio Porretto, detenidos junto con el candidato al Concejo Municipal en la lista de Forza Italia.

La de Sansón y Porretto fue un llamado a las armas: “Reúnan a todos sus feligreses”.
Si un capo de la vieja mafia se ha movido, lo ha hecho única y exclusivamente por intereses económicos.
Y aquí está el corazón de futuras investigaciones.

Después de cumplir una sentencia de mafia, Samson fue liberado de prisión.
Luego de vuelta adentro, pero en detención domiciliaria por algunos delitos económicos.
Y mientras estaba bajo arresto domiciliario, fue a encontrarse con Polizzi en la oficina que este último tenía en via Casalini, en el distrito de Passo di Rigano.

Hablaron de un sitio de construcción y alguien para reunirse “durante el horario de oficina”.
¿Qué había para discutir? La industria de la construcción está en crisis.
La ayuda del gobierno en forma de bonificaciones es tentadora.
Sansón no quería quedarse de brazos cruzados y mirar.

Sabía bien, y lo dijo claramente, que “un cristiano solo no vale ni un centavo”.
Necesitaba apoyo y connivencia.
La decisión de centrarse en Polizzi podría verse como un primer paso.

Sansón pasó casi ileso, condenando a un lado, décadas de investigación.
Ahora desarrollaría la convicción de que era hora de correr el riesgo.

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